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Evolución del software


Este tipo de programas ha ido creciendo y volviéndose cada vez más complejo ya que los sistemas lo permitían. Y esa impresionante evolución supone consumo de recursos: memoria, disco, procesador y tarjeta gráfica, entre otros elementos.

ENIAC: Un gran computador con muy pocas aplicaciones.
El que se considera el primer ordenador electrónico programable es el ENIAC, capaz de llevar a cabo diferentes tareas en función del programa que se le suministrara. Los operarios del sistema tenían que tener muchísimo cuidado con los programas que elaboraban, ya que un error suponía un montón de tiempo de revisión de las tarjetas perforadas que le suministraban información. Y los programas debían ser muy pequeños, ya que su memoria era pequeña, disponía de 17.468 tubos de vacío capaces de almacenar números: cada 36 tubos almacenaban un número.


¿Cómo debían sentirse las personas que manejaban los datos de ese sistema? Supongo que como un biólogo pegado al microscopio, mirando cada dato, cada número, cada instrucción, para que
cupiera en la exigua memoria del sistema.


Rápidamente empezaron a crecer en capacidad y velocidad los ordenadores, y el primer PC (el de IBM, el modelo 5150) ya era capaz de almacenar 16.384 números en su memoria basada en transistores. La pequeña empresa Microsoft había desarrollado un intérprete del lenguaje Basic que únicamente ocupaba cuatro kilobytes, y estaba incluido en la memoria ROM de ese micro ordenador. Visto ahora parece casi increíble. Que un intérprete de un lenguaje de programación sea capaz de “caber” en tan poco sitio suena a leyenda urbana.


El progreso en la informática ha facilitado que cada vez se puedan producir microprocesadores más rápidos y dispositivos de almacenamiento más fiables y todo ello más barato. ¿Quién podría imaginar que un sistema informático como el actual en 1981, cuando se presentó el IBM PC? Un microprocesador con una frecuencia de reloj que se mide en Gigahercios, almacenamiento en disco y en memoria medido en Gigabytes, y todo ello por menos de la cuarta parte de lo que valía en su momento.


El software ha ido creciendo y volviéndose cada vez más complejo ya que los sistemas lo permitían. Y ese crecimiento supone consumo de recursos: memoria, disco, procesador, tarjeta gráfica, etc.


La evolución del software permitió el desarrollo de ordenadores mucho más pequeños.
Este crecimiento ¿en qué ha repercutido? En muchos gadgets, en mucho interfaz gráfico tridimensional, en imágenes fotorrealistas, pero a costa de consumir recursos a mansalva.


¿Pensamos en el malware? ¿Cuánto ocupaba el Viernes 13? Utilizaba únicamente 2 Kb de memoria, y los ficheros infectados crecían en 1.813 bytes. ¿Y el gusano Brontok.FT? Más que un gusano parece una anaconda, o una serpiente pitón. ¡Ocupa 12 megabytes!


Todo crece: los discos, las memorias, las funciones del sistema operativo… ¿No es posible hacer que las aplicaciones en lugar de crecer vayan a menos?


Pues sí, es posible. En la mecánica se está empezando a investigar
en el campo de las nanotecnologías, de manera que se están construyendo máquinas a escala atómica. Por ahora son experimentos, engranajes en los que los piñones no son más que átomos o tubos por los que únicamente puede pasar una molécula. En la informática, están empezando a despuntar sistemas nanotecnológicos. Programas que, a pesar de la tendencia actual a utilizar más recursos, más memoria y más funciones, son extremadamente ligeros y rápidos.


Los nanoprogramas pueden estar diseñados para funciones muy concretas, como puede ser mostrar un pequeño reloj en pantalla, o un juego sencillo pero adictivo.


Estamos a las puertas de una nueva era, la del nanosoftware. Quizá en poco tiempo volvamos a tener que recuperar los disquetes de 3,5 pulgadas para instalar un procesador de texto. ¿Por qué no? Sólo es cuestión de tomarse el desarrollo de software como una ciencia, y no solo como una colección de archivos entrelazados “comerrecursos”.

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